Sintesis:
Con sus golpizas queria matarme, pero en el fondo él no queria que muriera. Por lo menos no todavia. Mi agresor, mi verdugo, mi esposo, el hombre que creía ideal, estaba allí, al lado mio, cabizbajo y lloroso, y me decia en voz suave, como en un susurro, lo arrepentido que estaba. Me pedia perdon y propmetía que no lo volvería a hacer, y, acto seguido, me amenazaba con las mas dulces palabras de amor y odio: "Sabes que si me dejas, te mato".
 
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